Dejenme tranquilo...

En ocasiones nos encontramos en situaciones donde lo que menos queremos es hablar con nadie, en otras ocasiones solo queremos estar solo. Muchas veces la euforia del momento nos hace cerrarnos ante toda posibilidad de ayuda, específicamente cuando son situaciones donde nos hacen daño o donde no queremos que se nos corrija o ser confrontados. En ese momento cerramos la posibilidad de todo lo que representa ayuda, de nuestros labios o de nuestros dedos salen frases como: "Déjenme tranquilo", "quiero que respeten mi opinión", "que nadie se meta en mi vida", entre otras... quiero decirte que tienes todo el derecho de expresarte y decir todo eso. Ahora bien, esas frases te quitan el derecho de acusar a otros por no brindarte ayuda. 

A tu alrededor hay mucha gente dispuesta a brindarte ayuda, a acompañarte en los momentos difíciles de la vida, pero ellos no pueden sobrepasar los límites que tú has puesto.

En el momento de la ira y la crisis tendemos a cerrar la puerta a quienes están dispuestos a ayudarnos, si lo has hecho no le eches la culpa a los demás de no acompañarte en tus momentos difíciles, a ellos le duele no ayudarte, pero quiere respetar tus palabras y decisiones. Háblales, cuéntales lo que te pasa, vuelve a abrir la puerta y permiten que te ayuden.

Hoy ábrele la puerta de tu corazón a quienes siempre han estado dispuestos a ayudarte, no es humillación, es madurez y humildad para recibir ayuda. 

Abrir la puerta es reconocer que hay sentimientos, situaciones o emociones que no puedo manejar solo, por eso necesito ayuda sincera.

HP

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