Cartas Leidas
¿Otra vez comenzamos a elogiarnos a nosotros mismos? ¿Acaso somos como otros, que necesitan llevarles cartas de recomendación o que les piden que se escriban tales cartas en nombre de ellos? ¡Por supuesto que no! 2 La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro[a]corazón; todos pueden leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. 3 Es evidente que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.
2 Corintios 3: 1-3
Es común ver hoy en día que nuestros jóvenes son influenciados por cualquier persona; cualquiera que cante dembow, que tengo un blog, que grabe videos en YouTube, cualquiera puede influenciar a esta generación. Es fácil ver lo cambiante de las modas a nuestro alrededor, como desde que alguien usa algo, todos en seguida están locos buscando lo mismo para usarlo también. Todas esas cosas nos evidencian algo: la gente está buscando modelos a quien seguir, personas las cuales puedan imitar y admirar. Si le preguntas a un joven de hoy a quien admira, te aseguro que durara mucho buscando una respuesta y eso es alarmante, pero sería más alarmante si le preguntamos a alguno de los jóvenes de tu ministerio juvenil si le gustaría ser igual que su líder, (O sea tu) o por lo menos si entiende que puede seguirlo, ¿Qué crees que responderían?
En este pasaje de las escrituras el apóstol Pablo habla de nuestras vidas como cartas abiertas que pueden ser leídas por los demás. Pero no solamente nos compara a una carta normal escrita en papel con tinta, sino que esta carta es diferente porque lo que se ha escrito en ella ha sido por el Espíritu Santo, es decir, lo que la gente debe de ver en nosotros es la obra del Espíritu manifiesta en nuestras vidas. Esa obra que hace el Señor en nosotros de día a día perfeccionarnos en El. (Ver Filipenses 1:6)
Los jóvenes necesitan líderes llenos del poder de Dios y que este poder sea manifiesto en sus vidas, sus mensajes, su forma de tratar a los demás, no Super-Hiper-Mega Lideres perfectos que solo acusan y exigen. La iglesia, nuestros jóvenes, nuestra comunidad necesita saber que nosotros podemos decir ¡Imítame a mí, como yo imito a Cristo! Sé que es más fácil decir: “Ponga los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, ese no falla, no me mire a mí que soy pecador”. Eso es excelente y es verdad, pero también necesitan ver a otros que han puesto sus ojos en Jesús caminan como el anduvo, necesitan ver ejemplos vivos y prácticos.
El reto de ser cartas leídas es difícil, pues nos lleva a morir a nosotros, a nuestros deseos, a nuestras pasiones, a nuestro orgullo, pero sin duda nos hará ganar a Cristo. Tu jóvenes necesitan ver en ti lo que estas predicando, ver en ti el llamado que les estás haciendo. El deseo de Dios es que seas un embajador de su reino aquí en la tierra, que todo el que te vea sepa que perteneces a la patria celestial, que perteneces al cielo y por eso eres diferente. Tal vez esa es la respuesta por la cual tus jóvenes no se sienten identificados contigo, porque el mensaje no es claro. Le has estado hablando de grandes maravillas que el Señor hace, pero estas no han estado siendo visibles en tu vida.
Hoy es un buen día para postrarnos ante nuestro Padre y decirle: “Padre tal vez he estado siendo una carta leída, pero lo que han estado leyendo en mí no ha sido lo que tú quieres que otros vean en mi vida, yo te pido por favor que me ayudes a fortalecer mi relación contigo, a pasar más tiempo contigo, a escucharte en tu santa palabra cada mañana, para que los demás puedan ver en mí, todo lo que he recibido de ti, que de ahora en adelante puedan verte a ti, cuando me vean a mí.”
¡Que Dios te continúe Bendiciendo!
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@hanselrpena
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